De:
Vegetarische Warte [revista vegetariana alemana] número 4; 23 de febrero de 1903
El vegetarianismo en América del Sur.
Por Rudolf Franck, Quilpué (Chile).
Que nuestra
causa no se detenga en la tan denostada Hispanoamérica aseguran no sólo los
vegetarianos alemanes que viven aquí, sino, sobre todo – y esto es de la mayor
importancia para la difusión – dos hijos de esta parte del mundo, Don Simón
Rodríguez en Quillota (Chile) y Don Eduardo F. Forga, el emprendedor ingeniero
de minas en Arequipa.
1. La
Carpofagia. Estudio sobre la alimentación de frutos[,] natural del hombre. Este
es el título de la nueva obra de Don Simón Rodríguez. Ya se ha publicado el
primer volumen, de unas 400 páginas. El segundo volumen está en proceso de
impresión; otros volúmenes están en concepto o en proyecto. Como puede ver, la
obra es de gran envergadura y en realidad también representa el fruto de muchos
años de estudio diligente.
Si uno está
acostumbrado a ver la superficialidad como una característica de los libros
hispanoamericanos, uno se ve gratamente sorprendido aquí por la minuciosidad “alemana”
con la que nuestro compañero realiza su trabajo. Sí, por el momento no sabría
nombrar una obra alemana que trate la cuestión de la alimentación natural del
hombre de forma igualmente exhaustiva, teniendo en cuenta las últimas teorías y
experiencias (Densmore, Alanus, etc.). En esto, el autor está absolutamente por
encima de su tema, y cualquiera que, como yo, haya seguido nuestro movimiento
teóricamente y aún más prácticamente durante muchos años, puede estar de
acuerdo con gusto con las conclusiones que saca en el primer volumen respecto a
la pregunta: “¿Qué debemos comer?”
Debo
criticar la obra por hacer una distinción teórica (p. 368) entre “carpofagia” y
“frugivorismo”, ya que ambas expresiones significan lo mismo, es decir, “comer
fruta”, y la diferencia radica únicamente en la lengua de su origen. Pero en la
materia misma el autor acierta, y con un lenguaje hermoso trata su tema con una
seriedad encomiable, sabiendo bien que la miseria, la enfermedad y la
degeneración, por un lado, – la felicidad, la vida y la salud, por otro –,
dependen de nuestro propio modo de vida, sobre todo de nuestra alimentación.
Así, concluye de forma muy bella: “¿Puede ser que está en el frugivorismo el
secreto de la salud y la vida? ¿Puede ser que la adaptación de la existencia
exterior a la disposición interior de nuestro cuerpo reside en esta forma de
vida? A todos los hombres ilustrados les gustaría interrogar a la naturaleza
con sus propias vidas. – Hay hombres que, para investigar una verdad, penetran
en las profundidades del mar o en las entrañas de la tierra, otros que se
adentran en los bosques de los salvajes o atraviesan en trineos las tristes
regiones polares en “la noche y el hielo”. Hay personas de amplia formación que
se quitan la vida por dolor o por cansancio de la vida. Creemos que la cuestión
del sustento natural del hombre es tan importante, de hecho, mucho más
importante, que las tareas cuya solución persiguen con tanta abnegación,
incluso heroísmo, el erudito, el buzo, el explorador y el aeronauta.” –
Por mi
parte, quisiera dirigir esta exhortación en particular a quienes son, con
mucho, los más importantes para el sustento de la familia hoy en día,
especialmente cuando el hombre no puede trabajar: a las mujeres. Para mi
alegría, he encontrado estos días una exhortación de este tipo en nuestro
valiente aliado “Fürs Haus” [“Para la
casa”; revista alemana], donde la filosófica Hedwig Rabich, con una franqueza muy
apreciada, deja que el gran y profundo Nietzsche hable a los innumerables
lectores de este periódico repartidos por todo el mundo: “¡La estupidez en la
cocina!”; la mujer como cocinera; ¡la espantosa irreflexión con la que se cuida
la alimentación de la familia y del amo de la casa! La mujer no entiende lo que
significa la comida y quiere ser cocinera – – – Por culpa de las malas cocineras,
por la falta total de razón en la cocina, el desarrollo de los humanos es el
que más se ha retrasado, el que más se ha perjudicado”. Hedwig Rabich dice
entonces, y cuántos vegetarianos pueden lamentar profundamente esto cuando
miran a su alrededor entre las hijas del país, especialmente en Hispanoamérica,
donde la ama de casa se cree demasiado buena para la cocina y el arte
culinario: “Por mucho que hayan escrito los investigadores y los eruditos, nada
ha penetrado en el pueblo, nuestras amas de casa no saben nada de esto. Porque
nuestros libros de cocina, de los que extraen su sabiduría, no están escritos
para alimentar la sangre y los nervios de nuestro cuerpo, sino para estimular la
lengua y el paladar.” – ¡Muy cierto, muy cierto! –
Pero cuando
un hombre sigue siendo un hombre y tiene el tiempo y la paz para serlo, él
mismo al menos no alentará a su amante en este camino erróneo, sino que con
amor y paciencia iluminará su media naranja, aunque demasiado conservadora,
aunque no vea inmediatamente resultados tan espléndidos, como en el caso de
Hedwig Rabich, que llega a decir a lo largo de su espléndido ensayo: “Ahora
estamos cosechando en nuestros cuerpos los frutos del maltrato de nuestra
naturaleza que ha continuado durante siglos. Esta constatación es el resultado
de una investigación minuciosa y cuidadosa por parte de numerosos eruditos y legos.
Esta realización debe ser propiedad común de todo el pueblo, debe estar escrita
en el corazón de cada padre y madre”.
El libro
mencionado también predica este conocimiento en cada página; y el autor lucha
solo con las armas de una ciencia sin prejuicios y está libre de todo fanatismo
o dogmatismo. La sana razón, la naturaleza y la experiencia son sus máximas
autoridades. Cuando se considera lo escasa que es todavía la literatura de
habla española con respecto a las obras de contenido fundamental sobre vegetarianismo,
se aprecia el servicio que el autor ha prestado a nuestra causa y a la América
española [hispanohablante]. Así pues, hispanoamericanos, desde México y Caracas
hasta Punta Arenas, desde Buenos Aires hasta Lima, aprendan de este libro para
que puedan enseñar a sus esposas, ¡por el bien de su familia!
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De: Vegetarische Warte [revista vegetariana alemana] No. 20, 23 de octubre de 1903
Una obra sobre vegetarianismo en español.
Por Rudolf Franck, Quilpué (Chile).
Es
gratificante ver cómo nuestro movimiento está brotando y floreciendo en todo el
mundo y ya se expresa en todas las principales lenguas culturales; esto es una
prueba de que es un movimiento cultural en general que es libre de límites
espaciales. –
Aparte de
algunos panfletos, folletos o pequeños libros, ha habido poca información sobre
vegetarianismo en lengua española, y sin embargo hay cien millones de
hispanohablantes en todo el mundo. Por lo tanto, fue un paso importante para
mejor cuando nuestro compañero chileno Simón Rodríguez comenzó a publicar, el
año pasado, una importante obra sobre la dieta natural. El título completo es: “La
Carpofagia, Estudios sobre la alimentación de frutos[,] natural del hombre[,]
por Simón Rodríguez. Quillota. Imprenta Pitágoras”.
A
principios de año saludé la publicación del primer volumen con unas líneas en
la Vegetarische Warte; ahora ya tengo ante mí el segundo volumen, aún más
extenso que el primero (415 páginas). La impresión es considerablemente mejor
que la del primer volumen.
El
contenido de este segundo volumen se asemeja al primero en su rigor científico
y en su estilo agradable y claro; a cada paso encontramos la oportunidad de
admirar la diligencia y la erudición del autor, así como su fino ingenio. Mientras
el primer volumen aborda la cuestión de la alimentación más adecuada desde el
punto de vista de la anatomía y la fisiología comparadas, el segundo aporta
consideraciones desde el punto de vista de la economía doméstica y nacional, la
moral y la religión. A continuación, demuestra que el vegetarianismo es una
protección fundamental contra las enfermedades. Además, presenta dichos de
hombres famosos y “hechos vegetarianos”. En este punto también encontramos un
informe detallado sobre la brillante victoria vegetariana de la marcha
Dresde-Berlín, que el Dr. Albu atribuye al entusiasmo. Es extraño que, con todo
mi entusiasmo por la vida verdadera y pura, aún no haya conseguido una victoria
en una marcha. – En el capítulo 6, nuestro autor refuta las objeciones comunes
de los opositores, y en la sección 7 encontramos un esbozo histórico del
desarrollo del vegetarianismo. Es refrescante la franqueza con la que él, el
católico, el hijo del líder, recientemente fallecido, de los conservadores
chilenos, entiende la aparición de Cristo. Me acordé de un boceto de Rosegger
sobre la vida de Jesús que fue suprimido a la fuerza hace años por un gobierno
austriaco de mente estrecha. – Dado que el autor ha seguido más de cerca la
literatura en inglés, tanto el capítulo histórico como toda la obra aportan
algo nuevo para el lector alemán. El resumen sobre el movimiento en Sudamérica
también es nuevo.
Para
concluir, repito – como lo hace el autor – las palabras del gran Waldo Emerson,
que tenía inclinaciones vegetarianas: “Es fácil vivir en el mundo con el mundo,
y es fácil vivir en soledad según sus propias convicciones; pero verdaderamente
grande es el hombre que, en medio de la sociedad, conserva en sus acciones la
independencia de la soledad.” –
[* Probablemente: Peter Rosegger]
[** “Es
fácil en el mundo vivir según la opinión del mundo; es fácil en la soledad
vivir según la nuestra; pero el gran hombre es aquel que en medio de la
multitud mantiene con perfecta dulzura la independencia de la soledad.”]
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De: Vegetarische Warte [revista vegetariana alemana] No. 22, 24 de noviembre de 1903
[Reseña del libro:]
Simón N. Rodríguez R., La Carpofagia. Estudios sobre la alimentación de frutos. Natural del hombre. Volumen I y II. Quillota (Chile), Imprenta Pitágoras – Condell 54 –
Ahora hemos recibido los dos
volúmenes de esta obra, de la que nuestro colega Rudolf Franck en Quillota
[Quilpué] ya ha informado a nuestros lectores. Estamos ante una obra muy
completa sobre el vegetarianismo, la primera en lengua española, y podemos
agradecer al autor la recopilación de tan extenso material. Sin embargo, en lo
que se refiere a las circunstancias vegetarianas en Alemania, el libro ofrece a
menudo una imagen sesgada, ya que el autor aparentemente no tenía fuentes
alemanas a su disposición. Esto se podría remediar fácilmente en una nueva
edición.
K. L. [Karl Lentze; editor y
redactor responsable de la revista.]
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Citado del libro “La inspección general del trabajo. El surgimiento de la fiscalización laboral 1924–1934” de Marcos Antonio Rodriguez Rojas (Santiago de Chile: Dirección del Trabajo; 2010):
“
Simón Rodríguez Rozas (1864-1909)
Primer Director de la Oficina del
Trabajo. Ejerció el cargo desde la fecha de su creación, el 5 de abril de 1907,
hasta su deceso, en 1909. Antes de ocupar este puesto fue Inspector Jefe de la
Sección Estadísticas Agrícolas del Ministerio de Industria y Obras Públicas. Se
dedicó a los estudios agronómicos y se recibió de ingeniero en el año 1884,
destacándose por ser un escritor científico y por sus ideas filosóficas y
vegetarianas.10 [10 Figueroa, Virgilio, Diccionario
Histórico y Biográfico de Chile, Establecimientos Gráficos Balcells y Cº, Santiago
de Chile, 1931: 681.]
En 1884 colaboró con el diario el
“Independiente”, con el seudónimo de “Apis”, y en 1888 publicó, en la revista
“El Progreso”, un estudio sobre la teoría de la evolución. En 1892 fue nombrado
oficial de la
Legación de Chile en Perú y
promovido a secretario en 1893. De regreso al país, en 1895, se estableció en
Quillota y fundó un periódico llamado “El Comercio”, y publicó una obra sobre vegetarianismo
con el título de “Carpofagia”, en que preconizaba la alimentación del hombre
por medio de vegetales, especialmente de frutas. Este interés lo llevó a
participar en la Unión de Vegetarianos de Londres y Berlín.
Tenía fama de sabio y filántropo, y
bajo su mandato en la Institución se publicó un interesante estudio sobre
“Estadística del Trabajo”, su historia, naturaleza, límites y su carácter
educativo. […]
[…]”
Ver también: El primer uso de la palabra "vegetariano" en español (castellano)